El ahorro y la eficiencia energética son dos conceptos que van de la mano, aunque realmente representan ideas distintas.
Mientras que el ahorro energético hace referencia a la posibilidad de reducir el gasto de energía, la eficiencia energética consiste en mantener un bajo consumo de energía en el desarrollo de las actividades de la industria. Es decir, no implica un cambio en los hábitos de consumo, sino la adopción de determinadas tecnologías y medidas que conseguirán optimizar los recursos.
No solo debemos preocuparnos del cuidado del planeta en nuestros hogares. Hacerlo también en nuestro entorno de trabajo es clave si queremos contribuir y frenar el cambio climático.
Algunas marcas ya han dado el primer paso, convirtiéndose en un ejemplo a seguir sobre cómo implementar el ahorro y la eficiencia energética en la industria.
Hacer de nuestra empresa un negocio más eficiente y productivo debería ser una prioridad si queremos favorecer la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero, sobre todo, si queremos incrementar nuestra competitividad. ¿Cómo podemos lograrlo?.
Reducir el consumo energético está en nuestras manos. ¿Qué medidas podemos tomar e implementar en nuestra empresa para alcanzar la verdadera eficiencia energética?
Vivimos en el país del sol. Según datos del Ministerio de Fomento, a lo largo del año se pueden superar las 2.800 horas de sol, durante las cuales se puede producir y consumir energía 100% verde.
Además, nuestra propia experiencia nos ha enseñado que la energía fotovoltaica se puede aplicar a cualquier sector industrial, sin discriminar a ninguno, ya que se trata de una fuente limpia y barata de obtener la electricidad que una empresa necesita.
La instalación de placas solares es un proceso relativamente rápido que no altera el proceso de producción habitual de cualquier organismo. Es decir, los trabajadores pueden seguir trabajando tal y como lo venían haciendo, salvo que ahora estarán ahorrando en la factura de la luz y aportando su granito en la arena en la eliminación de la huella de carbono de su actividad.
En resumen, podemos afirmar que la implementación de estas medidas aporta a las empresas beneficios económicos, sociales e industriales, al mismo tiempo que incrementa su competitividad y favorece el cuidado del medioambiente.